Ahi estuve, en nuestra adorable, amada e inmaculada camilla ginecologica, con los pies muy bien apoyados, intentando relajarme para que mi adorado médico me insertara el bendito Mirena.
Finalmente me llego una regla abundante en que el Doc y yo coincidiamos poder estar ambos en la capital, así fué como me animé a ir, pues el me había explicado que con un sangramiento abundante las paredes del cuello del utero estarían más separadas y el dolor sería un poquito menor.
Me sentía muy tranquila, confiada y decidida.... moralmente mi esposo me acompañó, estuvo a mi lado en la camilla de examinación y bueno obviamente ellos dos entre broma y broma, relajaban un poco mi tensión y mi nerviosismo propio del momento y de la experiencia ad portas de afrontar.
Mis amigas que se han colocado el dispositivo, también por razones terapeuticas, me contaron que dolía mucho, al igual que mi medico tratante, por lo que hace mucho tiempo que me estaba preparando para ello, sabía que molestaría mucho más que una inseminación.
Ya en esa amada camilla de examinación, cerré mis ojos y me puse a respirar profundo y calmadamente, mientras me ponian el espéculo, luego el doctor comenzó con el procedimiento, primero desinfectar para luego medir la profundidad de mi cuello y utero ...para luego insertar el Mirena, ya habiamos hablado que este dispositivo tomaría alrededor de 6 meses para que mis reglas cesaran totalmente y yo volviese a tener una vida absolutamente normal.
Pero AY!!!!!! fue tanto mi dolor, mi cara de dolor que mientras tenía mis ojos bien cerrados, el Doc me dice:
Mi niña, si vas a cualquier otro Médico le importa un rabano tu sensibilidad, yo no quiero que sufras ni una pizca más de dolor, encantado de la vida te pongo el Mirena, pero, en un pabellón contigo sedada.
Por lo que me fuí sin Mirena, con marido de la mano y con una orden para consultar cuanto será cubierto por el sistema de salud..... por lo que quedamos a la espera de poder ponerme el bendito Mirena en un pabellón.